Muflón
Morfología e identificación
Su aspecto rechoncho recuerda a las ovejas y carneros domésticos, algunas de cuyas razas a originado. El pelaje es de color pardo chocolate, con manchas blancas en los flancos (sólo en los machos), las patas, la cara y la región caudal. En verano son mucho más claros que en invierno, y las manchas blancas desaparecen casi por completo (excepto la "silla de montar" de los machos). La grupa es clara, atravesada por la cola, oscura y corta. En ejemplares procedentes de Córcega, la longitud de la cabeza y el cuerpo se situaba entre los 145 y 127 cm.; el peso, entre 35 y 40 kg. el macho y 25-35 kg. en la hembra; la altura en la cruz, en 75-80 cm. en los machos y 70-75 cm. en las hembras. Existe un evidente dimorfismo sexual. Los macho son más grandes y oscuros, con una chorrera de pelo en el cuello y el pecho; los adultos tienen dos grandes manchas blancas a los costados, que, de lejos, parecen una gran silla de montar; tienen cuernos como los del carnero, curvados casi en círculos, cuyo tamaño (máximo 80-90 cm.) da una idea de la edad. En la forma de Córcega -de la que proceden los muflones españoles-, sólo la mitad de las hembras tienen cuernos, y éstos son mucho más pequeños (3-18 cm.) que los de los machos. La extensión de la máscara facial blanca aumenta con la edad. Las huellas son casi idénticas a las de las ovejas: marcan dos pezuñas con las puntas claramente separadas, de 5,5-6 cm. de largo y 4,5 cm. de ancho. La distancia entre dos pisadas consecutivas es de 40-60 cm. en el macho y 35-40 cm. en las hembras. Los excrementos son negros, esféricos, de 1 cm. de diámetro (más pequeños que los de la liebre); a veces están sueltos, y otras, apilados en pequeños montones. Son casi indistinguibles de los de las ovejas domésticas. Cuando están alarmados, silban; las hembras y las crías balan como las ovejas domésticas.
Alimentación
El muflón es una especie muy rústica, con una gran capacidad de adaptación a distintas clases de alimento. Como en otros ungulados, consumi´ra gramíneas o plantas herbáceas siempre que estén disponibles, y también helechos, setas, musgos y líquenes; asimismo, está perfectamente adaptado para alimentarse de hojas, tallos y cortezas de arbustos leñosos, que, en Córcega, constituyen el 74% de su alimento. En un estudio realizado en Cazorla, en invierno, el 63% de la dieta consistió en gramíneas y herbáceas (sobre todo, el cardo Cirsium hispanicum, las gramíneas Oryzopsis paradoxa y Festuca rivularis. y la ciperácea Carex hallerana) y el 33% en leñosas, entre las que destaca la encina (que apareción en el 87% de las muestras), Genista cazorlana y Cytisus reverchonii. En primavera, el porcentaje de gramíneas y herbáceas subió al 78% y el de leñosas descendió al 21 %. En Cazorla, el muflón es menos ramoneador que la cabra montés, incluso en las épocas más desfavorables, con escasa vegetación herbácea. En Tenerife se ha estudiado la alimentación de la especie en otoño y, al contrario que en Cazorla, aquí las plantas leñosas constituyen el 80% de la dieta. En la zona despejada de arbustos de alta montaña, ésta se basa en cameéfitos como Descurainia bourgeauana (38%), Spartocytisus supranubius (22%) y Pterocephalus lasiospermus (17%). En las zonas más bajas de pinar, la especie más consumida es Carlina xeranthemoides (79%).
Comportamiento
Los muflones tienen un ritmo de actividad esencialemente diurno. El número de horas dedicadas a la alimentación suele ser constante, pero se distribuye de distinta forma durante el año. En invierno se levantan cada día con el sol y se tumban a descansar en el ocaso. Durante el verano son más crepusculares: están activos en las primeras horas de la mañana y las últimas de la tarde, y descansan en las horas centrales del día; también pueden estar más activos en las noches con luna.
Los muflones son gregarios; el tamaño y la composición de los grupos varía en función de las estaciones y el hábitat. En otoño -en época de celo- los grupos suelen estar formados por varias hembras, algunos jóvenes y uno o dos machos adultos; por otro lado, los machos solitarios o en pareja buscan hembras receptivas. En invierno es cuando son más gregarios, y forman grupos mixtos, de diez o más ejemplares, constituidos por hembras , jóvenes y machos. En primavera y verano, las hembras forman con los jóvenes grupos familiares mucho más estructurados y cooperativos que los de los machos, éstos últimos se agrupan en rebaños o van solos. La segregación sexual de los adultos es máxima en marzo-abril. En las zonas de alta montaña, más abierta y con más nieve invernal, los grupos de machos son mayores que en las zonas de denso matorral mediterráneo, donde la proporción de machos solitarios suele ser superior. Estas diferencias se deben, por un lado, a distintas estrategias antidepredadoras y, por otro, a una menor disponibilidad del espacio libre de nieve en las zonas de montaña.
Los rebaños mixtos son dirigidos por una hembra vieja, cuya experiencia le permite detectar los peligros, que anuncia con un silbido. La huida se realizará en la dirección escogida por la guía, y durante la misma los machos permanecerán en la retaguardia. Si cualquier otro miembro del grupo descubre un peligro, emite un silbido de alarma, pero nadie se moverá hasta que la guía indique el camino que se debe seguir.
Reproducción
El celo tiene lugar en octubre y noviembre. Los muflones -como la mayoría de ungulados- son poligínicos. Los machos más grandes acaparan a la mayoría de las hembras, aunque no son tan competitivos como otros ungulados con parecido grado de dimorfismo sexual ; es más, los machos en celo siguen dedicando el mismo tiempoa alimentarse (los ciervos y gamos apenas comen durante el celo), y en ocasiones dos o más machos adultos comparten las hembras de forma aparentemente amistosa. Aunque los machos alcanzan la madurez sexual a los dos años, no suelen tener acceso a las hembras antes de los cuatro o cinco años. Durante el celo, los machos más poderosos defienden una parcela donde acaparan a todas las hembras, excluyendo, en general, a otros machos. En otras ocasiones caminan buscando hembras receptivas ayudándose del olfato, para lo que levanta el labio superior en una mueca característica de muchos ungulados. Cuando un buen semental encuentra un grupo de hembras acompañadas, adoptará diferentes estrategias según la categoría del rival. Si éste es un joven, no le prestará atención, si es otro adulto, se acercará desafiante, erguido, con la cabeza alta. El otro macho puede rehuir el combate, adoptando una postura sumisa -inmóvil, cuerpo algo agachado, cabeza y cuello horizontales-, o aceptar el reto. En este caso, los dos machos comienzan un combate ritualizado e inofensivo, empujándose lateralmente -flanco contra flanco- hasta que uno pierde el equilibrio y se retira. Sólo en casos extremos se enzarzarán en una lucha violenta, entrechocando con gran fuerza las testudes al modo de los carneros domésticos. El galán sigue, olfatea y lame con insistencia a las hembras, en un cortejo que resulta necesario para desencadenar la completa recepción sexual de aquéllas. La cópula dura apenas cuatro segundos, y tras cinco meses de gestación nace un cordero (excepcionalmente, dos) que pesará entre 2 y 2,5 kg. y mamará hasta los cuatro o cinco meses.
Fuente de las fotos: Wikipedia
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Redacción: Elsa Gara Maqueda
Revisión: Ismael Ferreira Palomo