La familia de los cérvidos incluye especies cuyo tamaño varía desde el del pudú meridional, de sólo 8 kg de peso, hasta el del alce, que puede alcanzar los 800 kg. Suelen tener cuerpos gráciles y esbeltos, con patas y cuello alargados, cola corta y ojos grandes y redondeados; las orejas, triangulares u ovales, se yerguen en la parte superior de la cabeza. Un rasgo distintivo de los cérvidos es su cornamenta, exclusiva de los machos -con la excepción del reno, especie en la que ambos sexos tienen astas- y que se renueva cada año; la cuerna se utiliza en la defensa y, sobre todo, en las exhibiciones durante el celo.
Las astas de los cérvidos están constituidas por hueso, que durante su crecimiento se va cubriendo de una piel pilosa, el «terciopelo». Se desarrollan a partir de unas protuberancias óseas del cráneo, los pedicelos, y se van haciendo cada vez más complejas hasta que el macho alcanza su total desarrollo. El grado de complejidad varía de un individuo a otro y depende también de las condiciones ambientales. Los cérvidos más primitivos no tienen cuernos, sino unos colmillos muy llamativos. Se ha sugerido que los colmillos se originaron antes y que la cuerna evolucionó como una forma de defensa contra ellos. Algunas especies muestran las dos armas; en sus combates, el muntjac entrelaza las astas con su rival e intenta maniobrar para acuchillarle con los colmillos.
En muchos cérvidos, las crías tienen manchas blancas que mejoran el camuflaje en algunas especies, los adultos conservan este carácter toda la vida. Suelen tener una mancha mucho más clara alrededor del ano, que se muestra de forma muy llamativa cuando están asustados. El olfato es muy importante en los cérvidos, tanto para detectar predadores como para la comunicación; la mayoría de las especies tienen glándulas interdigitales y todas presentan glándulas faciales. La comunicación vocal es también importante, ya sea entre madre y la cría, entre machos rivales o entre los miembros de la pareja en celo.
Los cérvidos son animales típicamente forestales, pero se pueden encontrar en gran variedad de hábitats; son, en general, pastadores y ramoneadores. Los cérvidos suelen tener cierta importancia económica y cinegética en su área de distribución. En España existen tres especies: el ciervo, el gamo -introducido en la antigüedad- y el corzo.